Catastro revela que en la ciudad hay 43 áreas de este tipo. Sin embargo, muchas ya están fragmentadas, por eso llaman a priorizar su cuidado. Estas zonas son ricas en biodiversidad, pero además tienen efectos en la purificación del agua y en regular el clima local.

Fuente: El Mercurio

Parte importante de la superficie de la ciudad de Valdivia está cubierta de humedales, pero no todos están viviendo un buen momento. Como consecuencia de la expansión urbana se han ido fragmentando. Y esto también ha afectado los servicios ecosistémicos que prestan, como la purificación y drenaje del agua —al retener nutrientes y sedimentos, evitar que agentes contaminantes lleguen al agua, además de su rol en el relleno de acuíferos—, regulación del clima local, reducción del ruido y recreación.

Así lo concluye un estudio socioambiental que encargó el municipio con el fin de dimensionar la importancia de estos ecosistemas. Fue desarrollado por la U. Austral (UACh) y la U. Santo Tomás, y lo lideró el biólogo de la UACh, Eduardo Jaramillo. ‘Empezamos en el otoño de 2017 y fue una carrera contra el tiempo, porque mientras estábamos haciendo el catastro para diagnosticar, el cemento iba avanzando sobre los humedales y los iba fragmentando’, dice el especialista.

Y agrega: ‘Una vez fuimos a un lugar a hacer un censo de aves y a los dos meses volvimos y ya estaban construyendo una calle por el centro del humedal, sin meter un tubo que permitiese que el agua circulara de un lado a otro’.

Durante el catastro inicial se identificaron 43 humedales. ‘Luego los priorizamos para tratar de conservar lo más urgente’. Escogieron tres: Miraflores, que rodea el campus de la U. Austral del mismo nombre; Angachilla, que está un poco más al este; y el más grande de todos, Santo Domingo, en la entrada sur de la ciudad.

Un elemento que distingue a los tres es que tienen mareas debido a su cercanía con la costa. Cuando es alta, el agua entra al humedal y cuando es baja, sale. Eso implica una movilidad continua del agua, lo que se ha perdido en los otros humedales ya fragmentados por el avance de la ciudad. ‘Esto es muy importante porque asegura el flujo continuo de sedimento en los humedales y la oxigenación de las aguas. De lo contrario el agua se estanca y hay poco oxígeno, poca vida’, destaca Jaramillo. El hecho de que las aguas circulen y estén más oxigenadas también favorece la presencia de anfibios que se comen los mosquitos, insectos que proliferan, en cambio, en las aguas estancadas.

Además, en esos tres humedales hay una alta biodiversidad de especies, incluyendo plantas acuáticas, peces y avifauna. En el caso de los peces destaca el puye, que cada vez presenta un hábitat más limitado. En cuanto a las aves, los monitoreos revelaron una gran variedad, incluyendo el siete colores y el trile. Están muy bien representadas y presentan un buen número, dice el veterinario Jorge Ruiz de la Facultad de Ciencias de la UACh.

‘Esto no quiere decir que los otros cuarenta humedales de la ciudad no sean importantes, pero ni la municipalidad ni el Gobierno tienen suficiente dinero para protegerlos a todos de inmediato. Hay que ir paso a paso y aceptar que los más pequeños, que ya están fragmentados y han sido rodeados de cemento, los vamos a perder. Pero no podemos darnos el lujo de perder los otros’, reconoce Jaramillo.

 

 

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