Más de veinte organizaciones científicas y ambientalistas afirman que el proyecto para construir un Megapuerto San Antonio tiene carencias de información esencial irremediables y solicitaron al SEA su término anticipado. Sin embargo, sostienen que la empresa tiene la oportunidad de hacer un puerto con un buen proyecto de conservación asociado, como el puerto de Róterdam en Holanda o el Puerto de Bahía Blanca en Argentina.

Fuente: El Desconcierto

A inicios de este año, comenzó a regir en el país una ley que busca proteger los humedales urbanos. Avanzado el año, el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad decretó como Santuario de la Naturaleza al Humedal Río Maipo, por su valor biológico y sus servicios ecosistémicos. El 8 de mayo, la Empresa Portuaria San Antonio, una empresa estatal autónoma, ingresaba a evaluación ambiental el proyecto para construir un megapuerto en San Antonio, rellenando un humedal urbano (lagunas de Llolleo) y en la zona de influencia directa del Humedal Río Maipo.

Esta semana, un grupo de 25 organizaciones científicas, ambientalistas y de comunidades locales, enviaron una carta al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) solicitando que se retire el proyecto. Apelan a la facultad legal que tiene el SEA para dar término anticipado a un proceso de evaluación, cuando “falta información relevante o esencial no subsanable mediante aclaraciones, rectificaciones o ampliaciones”.

“El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) tiene una línea de base deficiente, omite información relevante y eso impide valorar adecuadamente los impactos, lo que tiene implicancias mayores en cómo el puerto diseña las medidas de compensación y mitigación. Es un proyecto complejo y de gran tamaño, pero su estudio no está a la altura de su magnitud”, afirma Ivo Tejeda, director de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile. Los científicos sostienen que la empresa tiene la oportunidad de retirar el estudio y hacer un proyecto “que integre a la comunidad y al medio ambiente en vez de darles la espalda”.

Los vacíos del proyecto

El sector de la desembocadura del Maipo es hogar y lugar de paso para cientos de especies de aves. “El proyecto reconoce a grandes rasgos que se trata de un sitio importante para las aves, pero omite un cuerpo de información muy abundante sobre el uso y la relevancia que dan las distintas especies a este sitio. La empresa portuaria ha financiado monitoreos mensuales de las aves del sitio durante 10 años, y sin embargo no son capaces de presentar esa información de una forma que les permita evaluar la magnitud de sus impactos”, indica Ivo Tejeda.

Esto cobra relevancia ya que sólo los impactos considerados como “significativos” en el estudio, son los que obligan que la empresa tome medidas para mitigar o compensar esos daños. “Cuando el estudio se refiere al humedal río Maipo, considera que tendrá impactos pero que no son significativos. El expediente el proyecto identifica 69 impactos, pero solo 13 de ellos son considerados significativos y ninguno de ellos se refiere humedal”, apunta Diego Urrejola, director ejecutivo de la Fundación Cosmos que tiene en sus manos la administración del santuario.

Otro vacío que impide evaluar el nivel de impacto tiene que ver con la falta de una visión integral del ecosistema. “Hay una red de factores que están generando sinergia en el lugar, relacionados con la cuenca del Maipo y la ensenada que va desde El Yali hasta Cartagena, con sus distintos procesos marinos, zoología y geomorfología. Esa visión sistémica no se consideró en el proyecto porque el área de influencia que delimitó es muy pequeña”, analiza Carolina Martínez, académica del Instituto de Geografía UC e investigadora CIGIDEN.

Al no tomar en cuenta esta sinergia, el proyecto tampoco considera las afectaciones derivadas del cambio climático en el sector. “No hay un análisis de cuenca y sabemos que la variabilidad climática está afectando los caudales de los ríos como el Maipo. También hay una amplia cantidad de estudios para saber que el relleno de humedales costeros afecta la resiliencia ante desastres naturales costeros e inundaciones. Esos factores no se analizan”, agrega.

Las lagunas de Llolleo

Uno de los impactos más drásticos que tendrá el megapuerto en San Antonio, es el relleno de las lagunas de Llolleo, también conocidas como Ojos de Mar de Llolleo. “Estas lagunas salvaron una parte de San Antonio de la inundación en el tsunami del 2017. Ahora lo quieren tapar con cemento para estacionar sus camiones arriba. Es una brutalidad”, declara Luz Marina Huerta, una de las tantas vecinas y vecinos del sector que se han organizado para proteger las lagunas y la desembocadura en general.

La comunidad organizada ha generado diálogos con autoridades y expertos locales y tienen un conjunto de observaciones al proyecto de megapuerto en San Antonio, que presentarán en la etapa de participación ciudadana si se reanuda la evaluación, hoy suspendida por el contexto de pandemia. Además han solicitado al alcalde de San Antonio que declare las lagunas como humedal urbano, ateniéndose a la ley de humedales cuyo reglamento está a punto de publicarse oficialmente tras su ingreso a la Contraloría.

Los y las vecinas de la zona se reúnen todos los jueves realizan talleres y exposiciones sobre la importancia del patrimonio local, las playas, las actividades de pesca ancestral que se realizan en la zona, y cómo este proyecto va a afectar el lugar. En diciembre del 2019, el municipio realizó una consulta ciudadana presencial donde uno de los principales temas a votar era la preservación del humedal de llolleo. “Son 19.246 personas que votaron para proteger las lagunas. Esto tuvo más votos que el alcalde cuando fue electo. Claramente la empresa ha desoído a la comunidad”, reclama Luz.

El proyecto del megapuerto propone una medida para compensar el impacto en las lagunas de Llolleo, generando lagunas artificiales en el parque DYR que está detrás de las lagunas. “Ninguna medida va a compensar el relleno del humedal. San Antonio tiene pocas áreas verdes y quieren tapar una, y en el parque donde hay un club de béisbol, canchas de futbol, bicicross, quieren sacar todo eso para poner otras lagunas ahí y mandar una carta de invitación a los pájaros para que se muden de espacio”, sostiene.

“La cuantificación de la biodiversidad que se pierde al rellenar las lagunas está mal hecha, entonces no se puede saber si esa medida realmente va a compensar el daño. Además el proyecto no se hace cargo de una oposición súper fuerte por parte de la comunidad que quiere conservar el espacio y no justifica por qué es necesario rellenar las lagunas para hacer un puerto, o si había una alternativa de diseño y ubicación del puerto para no tener que rellenarlas”, explica Ivo Tejeda sobre esta medida.

Un cambio de perspectiva: desarrollo y conservación

“Hay valiosas experiencias en el mundo sobre puertos y conservación de humedales, destacando el puerto de Róterdam en Holanda y su proyecto de “Maasylakte’w bird valley”, o el Puerto de Bahía Blanca en Argentina que destina áreas para la conservación en el estuario de la bahía. La Empresa Portuaria de San Antonio (EPSA) tiene la oportunidad de hacer un puerto con un buen proyecto de conservación asociado, pero para eso necesita retirar su EIA del sistema y reformularlo”, propone Diego Luna, especialista en conservación de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras.

Para el especialista, el proyecto actual presentado por EPSA se pierde la oportunidad de integrar la desembocadura y los ojos de mar, en un proyecto que efectivamente sería más caro en cuanto al diseño, pero ese costo no se trasladaría después a la judicialización. “Hemos visto proyectos mal diseñados cuyos costos se triplicaron por la judicialización y las demoras generadas por esto. Es un costo que se puede ahorrar si se hace un esfuerzo por integrar la conservación, y si no, es un costo que termina pagando la comunidad y el ecosistema”, resume.

Desde el SEA indican que no pueden referirse al proyecto hasta que no se reanude su evaluación. La suspensión del proceso, junto al de todos los proyectos que contemplan una etapa de participación ciudadana, dura hasta el 31 de agosto y podría extenderse.

“El proyecto se encuentra en evaluación y considera un proceso de participación ciudadana obligatorio, instancia que permitirá que las personas puedan aclarar dudas. Como todos los proyectos que evaluamos, este será abordado con rigurosidad, considerando la relevancia ecosistémica del Santuario de la Naturaleza Río Maipo, sostiene la Seremi de Medio Ambiente de Valparaíso, María Victoria Gazmuri.

 

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