En un espacio de cuatro hectáreas conviven distintas aves playeras con el picaflor del norte, lagartijas de gran tamaño, una vistosa araña de ambientes tropicales y un caracol único en el mundo.

 

Fuente: El Mercurio

La primera vez que Peter Kennedy visitó el humedal La Chimba, en 2017, quedó sorprendido con lo que estaba viendo.

"Es muy pequeño, tiene apenas cuatro hectáreas de superficie y menos de una hectárea de agua. Pero aun así es muy rico en animales y vegetación", cuenta el empresario, quien preside la Fundación Kennedy, cuyo objetivo es la protección de humedales a lo largo del país.

Lo corrobora el ingeniero civil ambiental Francisco Gómez, coordinador de proyectos de la fundación en la zona norte. "Lo mágico que tiene este humedal es que estamos en la costa del desierto más árido del mundo. Aquí cualquier lugar que tenga vegetación y que evoque vida es súper valorado y además, como no es un área verde artificial, sino un lugar natural, acoge mucha fauna nativa, lo que es un valor agregado", destaca.

Tan importante es el sitio que este mes fue declarado Santuario de la Naturaleza, el único de la zona costera de la Región de Antofagasta.

Las aves playeras son las especies más abundantes. Frecuentan el área las gaviotas peruana y dominicana, y los playeros de Baird, blanco, de las rompientes y vuelvepiedras. También hay abundancia de cormoranes yeco y pelícanos. "En la mañana se pueden encontrar bandadas de aves de hasta 70 individuos", dice Gómez.

Acuíferos clave

En estos días, una pareja de pilpilenes negros está nidificando en el sector y también han avistado a la tagüita del norte y aves rapaces, como el halcón peregrino.

"Llegan, descansan, se alimentan y siguen su ruta. No hay muchos humedales en el Norte Grande, aparte del de Lluta y la desembocadura del Loa", explica Gómez.

Otra ave carismática del humedal es el picaflor del norte, que nidifica en la zona donde hay más vegetación.

En esa misma área vive la especie más valiosa en términos de conservación. Se trata del caracol de la Chimba ( Heleobia chimbaensis ), que es único en el mundo. No tiene más de siete milímetros y requiere de condiciones de agua muy específicas.

Se sabe muy poco de su ecología, pero como está presente en la zona donde las aves playeras se alimentan, podría ser una importante fuente de proteínas para estas especies que viajan miles de kilómetros desde Norteamérica.

"Es muy pequeño, de hecho, cuando la gente pasa por el humedal y les mostramos el hábitat del caracol, no lo ven hasta que se agachan y miran de cerca. Eso también lo hace muy propenso a amenazas, porque basta con que pase una motocicleta por ahí y podría eliminar su población completa".

Otro residente de interés es el corredor de Atacama, Microlophus atacamensis , que también es una especie endémica. Se trata de un reptil clave: "Cumple un importante rol controlando las poblaciones de insectos", destaca Gómez.

Entre los invertebrados hay también una importante diversidad. La más llamativa es la araña tigre plateada, una especie de las zonas más tropicales, cuyo rango de distribución americano termina en Antofagasta. Otro insecto atractivo es la mariposa esfinge, que cumple el mismo rol polinizador que el picaflor, pero durante la noche.

La presencia de toda esta biodiversidad es posible gracias al agua que proviene de acuíferos de la zona. "Es el parámetro crítico para que se mantenga con vida este lugar, por lo que debemos cuidar que se mantenga libre de contaminación y tenga un flujo constante", dice Gómez.

La Fundación Kennedy llegó al humedal tras haber sido contactada por el gerente general de Copec, Arturo Natho, para que los ayudara a proteger este espacio natural que, en parte, está dentro de sus terrenos.

"El humedal estaba expuesto a la acción de las personas. Se había transformado, incluso, en un vertedero informal y nosotros, con una estación de servicio en el mismo sector, éramos el vecino directo, por lo tanto, nos propusimos hacer el esfuerzo de conservarlo para toda la comunidad antofagastina", cuenta Natho.

Al cabo de casi tres años, el trabajo de conservación ha dado frutos y el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad lo declaró a comienzos de mes Santuario de la Naturaleza.

"Aquí se conjugó que los privados tienen la disposición de favorecer el proyecto, las autoridades de medio ambiente nos han apoyado en las gestiones y tenemos una comunidad súper involucrada en la conservación.

A nivel nacional es difícil encontrar un ejemplo en que estén todas las voluntades alineadas", dice Gómez.

 

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